Informe de la semana: pollos orgánicos

Carlos Keen cuenta con la única granja de pollos orgánicos certificada. El emprendimiento alcanzó recientemente la validación integral como productor orgánico. No existe otro con esas características en el país. Lleva por nombre Cocorokeen y está ubicado en las afueras de la localidad. A partir de febrero se pondrá en marcha el circuito de venta.

No hay olor ni moscas, tan habituales en la producción avícola. Esas presencias molestas y tan características no aparecen en ninguno de los sectores de la granja que lleva por nombre Cocorokeen, en uno de los sectores periféricos de la localidad de Carlos Keen.

Primera gran diferencia. Pero hay varias otras. La más importante es que se trata de un emprendimiento único en el país. Cuenta con certificación integral como productor de pollos orgánicos, con la supervisión del SENASA. El mes pasado se formalizó su inauguración y para febrero se espera que comience la comercialización.

Cocorokeen empezó a tomar forma hace tres años, cuando Darío Ortiz compró una antigua granja dedicada a la producción intensiva de pollo bajo el modelo convencional. Formalizó de esa manera su arraigo con Carlos Keen, pueblo al que conocía y en el que tenía amistades. La idea de producción de manera orgánica fue parte de un proceso de aprendizaje.

“Cuando compramos no sabíamos qué íbamos a hacer. La idea se fue gestando en charlas con vecinos. Primero dimos con unas personas que hace pollo de calidad diferenciada. Hablamos durante un año pero no prosperó. Luego participamos de una charla de orgánicos que se hizo en Luján y empezamos a investigar”, relató sobre los antecedentes de Cocorokeen, una granja orgánica que retoma una experiencia que funcionó en Argentina durante la década del 90.  

En términos generales, existen tres formas de producir pollos para el mercado avícola. El modo industrial es el más generalizado. Otro modo es el pastoril. Y finalmente el orgánico, inexistente en Argentina hasta la aparición de Cocorokeen, abarcada por la ley 25.127 y la resolución 374. “Cubrimos un nicho de mercados para traer de nuevo a la gente hacia el pollo con un producto de calidad y crianza diferenciada, cumpliendo con las normas de respeto animal. La idea es acercar al consumidor que se fue del pollo industrial”, contó Ortiz.

El camino orgánico es una apuesta difícil en un mercado dominado por la producción intensiva. Implica la puesta en marcha de otras lógicas. En Cocorokeen se cría el pollo campero argentino, una genética con características especiales.

CARACTERÍSTICAS

Existen varias diferencias entre la producción industrial y la orgánica: tiempos de crianza, cantidad de animales por metro cuadrado, alimentación. Esto repercute también en los costos.

El tiempo promedio de crianza es de 84 días, mientras que las producciones convencionales tienen un ciclo más reducido que oscila entre los 40 y 50 días. Se trata de una producción menos intensiva. Se calculan 6 pollos por metro cuadrado, mientras que la forma industrial duplica la cantidad de animales. El método orgánico impone, además, granos certificados sin transgénicos y alimentos balanceados sin proteínas animal. Tampoco se usan medicamentos.

En Cocorokeen se contempla un amplio sector para el pastoreo de los animales, algo que no ocurre en las producciones intensivas. “El predio cuenta con espacios de pastoreo de casi una hectárea y media, con malla antipájaros para que no haya contaminación con otras aves. Se obtiene una carne más oscura, más sabrosa y baja en grasa”, contó Ortiz.

La inserción en el marcado no es sencilla, especialmente porque el producto final es más costoso. Se calcula una ecuación de 4 a 1. “Nuestra forma de comercializar va a tender a un precio plano. Un precio sugerido para que el pollo salga lo mismo en todos lados. Con toda esta movida del mundo orgánico nuestra idea es que el precio del pollo sea siempre el mismo. La idea es que la gente nos consulte para poder derivarlos a los locales más cercanos. De esa manera podemos controlar que el precio sea plano y también que el producto sea fresco”, explicó el propietario de la granja.

Con la idea de compensar costos, un sector del establecimiento incluirá también la crianza pastoril. Pondrá a la venta 4.800 pollos orgánicos cada dos meses y 1.500 pastoriles por semana. La faena comenzará el 20 de febrero.

“Nunca se me pasó por la cabeza hacer un pollo industrial. Quería hacer algo diferente. Vengo a Carlos Keen desde el año 2001 y siempre que venía a visitar a mi vecina me decía que había mucho olor a amoníaco, muchas moscas. Cuando compré el campo la idea siempre fue no joder a nadie. Por eso esta forma de producir baja la cantidad de pollo por metro cuadrado. Bajas todo lo que tiene que ver con echarle agua al pollo, mejora el bienestar animal y vecinal. Nosotros tenemos un control de plagas y roedores. Las moscas las controlamos con líquidos ecológicos. Tratamos de que las moscas no entren en los galpones. Colgamos tachos amarrillos donde se acumulan. Tenemos mucho cuidado con el tema de las moscas”, destacó Ortiz.

La proliferación de moscas, tan habituales en la producción convencional, está asociada directamente a los procedimientos utilizados: “En general las moscas proliferan cuando hay muchos pollos por metros cuadrados. Defecan, hace calor y se les tira un roseado de vapor de agua, que desciende, pega en la cama y empieza a calentarse. Eso genera larvas, sumado al amoníaco que se produce. Todo es sensiblemente molesto. También para el animal. El animal lo sufre. Producir de manera orgánica implica bajar la carga de producción tratando de hacer un alimento de calidad diferenciada”, agregó.

MARCO NORMATIVO

La producción orgánica está regulada por la ley 25.127 de 1999. En términos formales, la categoría incluye un seguimiento de los organismos competentes que garanticen el cumplimiento de la normativa durante el proceso de elaboración. El SENASA es la autoridad de aplicación y fiscalización.

Según información oficial, en Argentina hay 3,6 millones de hectáreas certificadas. Tiene 1.590 operadores certificados; 217.000 hectáreas destinadas a la producción vegetal; 80.877 cosechadas; más de 165 mil toneladas exportadas y un mercado interno en crecimiento.