El comisionado de las dictaduras

Lunes//Las definiciones de Sallaberry sobre su rol en la política local. Cómo describía a los vecinalistas. El hombre que supo, pero eligió callar durante y después de la última dictadura.

El sello político de Silverio Pedro Sallaberry siempre fue de un marcado personalismo, rasgo que se acentuó con el correr de los años. En 1972 analizaba sus últimos mandatos, indicando que "después de tantos años, estoy satisfecho de la obra que se ha realizado y que, por lo demás, se muestra a los ojos de los vecinos y visitantes, pero es la obra de un equipo que me tocó inspirar y dirigir, equipo que se fue conformando sobre la marcha y que proseguirá por eso mismo su labor".
Su trabajo en este campo también se expresó en la Unión Vecinal, el partido que Sallaberry creó para dar pelea exclusiva en la órbita local y de cuyas filas salió el actual jefe comunal, Oscar Luciani. Hace ya varios años, Sallaberry se animó a definir las características de los vecinalistas: "Ninguno de la Unión Vecinal es un hombre rico, ninguno dispone de grandes sumas de dinero ni tiene medios para dedicar a la actividad política. Todos tenemos una vida modesta y somos gente de clase media. Trabajamos haciendo todo lo posible para servir a Luján y creemos que lo hemos servido bien. A veces lo tengo medio olvidado porque los años pasan, pero suelo repasar la cantidad de cosas que hicimos y me siento feliz, contento de haber servido a Luján. Por ejemplo, me suele tocar ir a votar a una escuela, el Centro Educativo Complementario, que se hizo durante mi gestión", señaló.
En el marco de un suplemento especial publicado por el 90° aniversario de EL CIVISMO, Sallaberry hizo un balance de sus largos años al frente del Ejecutivo comunal.
- ¿Qué dejó pendiente después de 24 años en la Intendencia?
- Siempre quedan cosas pendientes porque uno tiene que querer hacer más. Igual estoy conforme con lo que logré. Todas las obras importantes de los últimos años, como la Terminal de Ómnibus, el Museo de Bellas Artes, el Polideportivo, pavimento, cloacas y agua corriente fueron hechas en su gran mayoría mientras yo fui intendente.
- ¿Cómo cree que lo recordará la gente de Luján?
- Eso es algo que me cuesta decir. Tengo la conciencia tranquila y una de las cosas más importantes que rescato es que puedo caminar por las calles. Nunca nadie me señaló para gritarme agravios o quejas. Eso lo valoro mucho. Por el contrario, suelo estar en la puerta de mi casa y gente que no conozco me saluda.

SALLABERRY Y LA DICTADURA
Nunca se escuchó de su boca un mea culpa por su predisposición para sentarse en el sillón de la Intendencia durante los años de la última dictadura militar. "Lo pedía el pueblo", aseguran quienes lo protegen y, en ciertos casos muy puntuales, hasta lo idolatran. "No lo pedía nadie, él se fue a ofrecer", contraponen sus detractores.
Los argumentos de quienes defienden las diferentes actuaciones políticas de Silverio Pedro Sallaberry pueden resumirse en lo siguiente: "Es honesto, sus gestiones fueron transparentes, ordenadas y logró hacer más obras que ninguno".
En contraposición, se lo critica por haber sido "un engranaje más de la repudiable maquinaria de la dictadura. Él siempre estaba dispuesto, sin cuestionar nada, para asumir la Intendencia mientras mucha gente desaparecía, era torturada o la mataban". También se recuerda, en sintonía con esto último, un cruce verbal con Nelly Dorronzoro por la desaparición de Dardo Dorronzoro, en la que Sallaberry daba muestras claras de conocer detalles del accionar asesino-represivo de la dictadura, conocimiento porque el que no rindió cuentas en la Justicia.
En el marco de la presentación de los candidatos para 2003, en una rueda de prensa, Sallaberry recibía una consulta sobre su rol durante la última dictadura. "No hay ningún partido nacional que esté libre de culpa –decía-. Los radicales tenían a Rampazzi como secretario de gobierno de Mercedes en la época militar; Alieto Guadagni es justicialista y fue ministro de Economía de la provincia. ¿Qué vienen ahora a asustarse? Sobre todo cuando no hay nadie que puede aducirme nada? Yo ayudé a la señora Elsa Punta Araujo de Prince en algunas gestiones cuando buscaba alguna solución para el problema de los hijos, y no me arrepiento de haberlo hecho porque era una excelente mujer desde todo punto de vista como lo era el padre (del intendente Prince)".
- Usted dice que no hay nadie que esté libre de culpa. ¿Qué autocrítica hace de aquella época?
- Han pasado 30 años y tengo mi propia manera de ver las cosas. En algunas estuve de acuerdo y en otras no. Insisto: hay muchos que ven las cosas con un solo ojo, pero ninguno se acuerda de Firmenich.