“Vemos que las cosas siguen igual, que seguimos sin cuidar a los chicos”

Lunes//La tía de Ignacio y Ricardo Cordero, dos de las víctimas de Cromañón, analizó la situación de su familia a 10 años de la tragedia. En términos sociales, lamentó que lo ocurrido no haya sido suficiente para promover cambios a favor de un mayor cuidado de los jóvenes.

El martes se cumplieron 10 años del incendio en el boliche Cromañón que se cobró la vida de 194 personas, en un hecho que abrió múltiples heridas sociales y personales que todavía esperan cicatrizar. En Luján, Ignacio (Nacho) y Ricardo (Tuti) Cordero forman parte de esa lista de pérdidas irreparables. Francisco, otro de los hermanos, fue uno de los sobrevivientes lujanenses de una tragedia que algunos prefieren llamar masacre por las responsabilidades humanas de un episodio que pudo haberse evitado.
Una década después, su tía Rosana Cordero reflexionó sobre lo sucedido y el tiempo transcurrido. Lamentó especialmente la falta de aprendizaje que encierra Cromañón, porque en términos sociales "lo que debió cambiar, no cambió".  
- ¿Cómo los encuentra este nuevo aniversario?
- Uno siente que vuelve a ese día. Anoche (por el lunes) me puse a pensar qué decir en esta entrevista. Si bien todos los días uno recuerda, en esta fecha uno se vuelve a preguntar por qué pasamos por esto y ves que nadie aprendió nada, porque las cosas siguen iguales. Creo que eso es lo más duro. Cuando uno dice que se pasa por un trauma así pero se sube un escalón, se acepta desde ese lugar. Pero vemos que las cosas siguen igual, que seguimos sin cuidar a los chicos. El sábado, cuando sus propios amigos les hicieron el homenaje a los chicos, ver llorar a los compañeros fue muy profundo, porque aunque pasaron 10 años, lloraron como ese día. El dolor estaba presente, ahí. Eso es lo que me parece más duro de estos 10 años.
Como familia todo cuesta, te cuestan los diálogos, te cuesta sostener los silencios, aceptar que tu hermano no tiene la sonrisa que tenía antes, cuesta ver a tus sobrinos que tienen dificultades para remontar la vida pero que a su vez le ponen garra, con gente que siempre los está sosteniendo. Pero ver que como sociedad no aprendimos, es muy duro, porque uno sabe que nos va a volver a pasar.
- ¿Han logrado responderse ese "por qué"?
- Creo que Dios te pone las cosas que podés sostener y soportar para aprender. Lo que aprendimos es que a la palabra "familia" le pusimos un montón de cosas. Le pusimos la contención, el acompañamiento en las buenas y en las malas. También aprendimos a disfrutar de las pequeñas cosas, de lo cotidiano, en mi caso de levantarme y ver a mis cuatro hijos felices disfrutando de cada momento, de sus amigos. Creo que ese es el por qué que encontramos, porque realmente la justicia no existe o si existe es tardía o no es ejemplificadora. Desde lo gubernamental nadie te contiene, entonces uno tiene que hacer una pequeña célula lo más sana posible como familia, que implique conmoverte para estar acompañando al otro. Nosotros no bajamos los brazos, seguimos trabajando. Mi hermano nunca bajó los brazos, nunca se tiró en una cama, y para mí es un ejemplo.     
- ¿Cómo evalúan la actuación de la Justicia en estos 10 años?
- Como familia hablar de eso nos cuesta un montón. En realidad, cuando mi hermano habla, nosotros acompañamos. La síntesis es que no pasó nada, que el tema va para atrás. Y no pasa por los nombres o porque esté preso fulano y sultano esté libre. Pasa por la falta de cuidado con los chicos.   
- ¿Esa falta de definición a nivel judicial impide cerrar una etapa?
- Es complicado cerrar un ciclo. Es como una herida que parece cicatrizar pero que se vuelve a abrir. Y cada vez que se vuelve a abrir es más profunda, porque te da la sensación de que no se resuelve nada. El tema central es que lo que debió cambiar, no cambió. Entonces eso quiere decir que va a volver a pasar. Y cuando no se resuelven, las cosas vuelven a pasar peor.
- ¿La familia continúa participando de la causa judicial?
- Siempre la seguimos. En algún momento ese rol me tocó llevarlo a mí hasta que mi hermano y Estela estuviesen un poco más fuertes. Ahora se ocupan directamente ellos. Tenemos nuestros abogados que nos acompañan, pero no pasa nada. Cuando llegue la Justicia, va a llegar tarde. ¿Dónde está la acción reparadora a tanto dolor? Uno se acuerda con la desesperación que buscábamos a los chicos porque no los encontrábamos y después ves que eran dos de los 194 que se murieron. Es muy fuerte y duro. Para algunos son dos nombres en una lista. No hay nada reparador, y eso es lo que no deja cerrar. Lo único que podemos hacer nosotros desde nuestro pequeño espacio es contagiar a los jóvenes y acompañarlos para que vean que hay otras posibilidades.  
- ¿Mantienen contactos con otras familias de víctimas?
- Sí. De hecho tienen charlas y se han encontrado para actividades que se hicieron por el décimo aniversario. Hay una relación. Creo que esa relación se necesita porque es muy difícil entender este dolor.
- Imagino que significa un doble dolor: por las pérdidas y por las formas.
- Sí, tal cual. Cuando algún familiar tiene una enfermedad grave, vas haciendo un duelo distinto. Acá fue de un día para el otro, y a eso se suman las circunstancias. Creo que hay cosas que no debemos olvidar y que nos sirvan para recapacitar como sociedad. Si estos aniversarios sirven para que alguien se ponga a pensar qué puede hacer para cambiar las cosas, bienvenido.
- ¿Han sentido el acompañamiento de la sociedad lujanense en todo este tiempo?  
- Hemos tenido muestras de acompañamiento muy profundas. No podemos decir que nos dejaron solos, al contrario. Creo que los amigos de los chicos fueron muy importantes en la vida de Estela y Ricardo. Que los amigos se hayan animado a acercarse a ellos fue muy fuerte. Es una forma de hacer los duelos que no se hicieron. Pasar por el duelo es una forma de dejar ir, porque hay que dejarlos ir y que se transformen en una linda anécdota o un buen recuerdo. Por ejemplo Ignacio que le decía a mi hermano Julio "tío, mirá que ese sillón es mío". Esas son las cosas lindas que quedan. Así quiero recordar a mis sobrinos, con esas cosas que son las más lindas. Para poder recordarlos así, hay que terminar el duelo. Creo que se están dando las cosas para recordarlos distinto y con menos dolor, algo que no significa olvidarlos. Por el momento el dolor sigue siendo muy fuerte y cuando hay cosas que desde lo institucional no te acompañan, todo se complica más. Como familia de Ricardo lo que hicimos fue acompañarlo en silencio, que era lo que él necesitaba. Creo que estos 10 años cierran un montón de cosas y ojalá que abran para nuestra familia la etapa de los lindos recuerdos. Fueron personitas que estuvieron poco tiempo con nosotros, pero dejaron huellas, y eso es lo más importante.
- ¿Significó algo en particular la muerte de Chabán?  
- En lo personal, me resultó indiferente. Ya está, realmente me resultó indiferente. Es su historia. A veces el dinero, el poder, la corrupción, son mucho más fuertes que los nombres. Los nombres pasan, pero en este país la corrupción no pasa, y eso es triste. Cromañón no son nombres, es la corrupción, es el dinero, es no mirar y dejar pasar las cosas. Ahí está el problema. Ojalá podamos cambiar eso, algo que se empieza por el ejemplo que le podemos dar a los más chicos.
- En estos días Fontanet hizo circular una foto suya pidiendo Justicia. ¿Qué opina al respecto?
- Él termina siendo cómplice y víctima, porque perdió gente como perdimos nosotros a nuestros sobrinos. Si no se hubiese dado el espacio para tanta corrupción, él no hubiera sido cómplice y, por lo tanto, no hubiese sido víctima. Creo que el tema no es de unos contra otros. Importa pensar en las causas de lo que ocurrió para que no vuelva a pasar. El problema es que las situaciones se siguen dando, aunque la mayoría de las veces no tomen estado público. ¿Por qué había tanta gente? ¿Por qué se permitió que ocurriera eso? ¿Quién controla? Ahí es donde digo que desde lo institucional todo sigue siendo muy complejo. Si hay algo que pediría que no se olvide, es que esta fecha nos permita pensar en todo eso.