“La Policía está mandando un mensaje al ministro Granados”

Lunes//Un análisis generalizado de la huida de presos en la Comisaría Luján Primera. El investigador y docente Esteban Rodríguez Alzueta habló de un cruce de factores.

Esteban Rodríguez Alzueta es profesor e investigador de la Universidad Nacional de Quilmes; miembro de la Campaña Nacional Contra la Violencia Institucional; magíster en Ciencias Sociales y autor del libro Temor y Control, la gestión de la inseguridad como forma de gobierno. A partir de la impactante fuga de presos en la Comisaría Luján Primera, ocurrida hace ya diez días y por la que aún permanecen cuatro prófugos, fue una de las voces consultadas para analizar lo ocurrido.
En un extenso diálogo con el programa de radio No somos nadie, que conduce Juan Pablo Varsky, Rodríguez Alzueta relacionó lo ocurrido con un contexto en el que se mezclan acciones políticas, policiales y judiciales. La primera consulta apuntó a la situación de los presos en Buenos Aires y si a partir de esa información era esperable algo así. "Lo que pasó en Luján es un llamado de atención. Las organizaciones de Derechos Humanos presentaron recursos y los presos ejercen el derecho de resistencia, de alguna manera, contra el hacinamiento y las condiciones en las que están encerrados", expresó.
"De todas maneras –dijo- llama la atención lo que sucedió en Luján porque las personas no pueden escaparse sencillamente. Nos llama la atención. Me parece que la Policía está mandando algún mensaje encriptado a (el ministro de Seguridad Bonaerense, Alejandro) Granados, aunque no tan encriptado".
"Que en diez días haya dos escapes en comisarías de la provincia da cuenta de comisarios en situación incómoda con el alojamiento de presos en los calabozos de las comisarías. Y lo cierto es que los policías tampoco quieren que haya calabozos en las comisarías por todo lo que eso implica", aseguró Rodríguez Alzueta.
Según el investigador y docente "esto revela una situación que nuevamente está desbordando en la provincia de Buenos Aires. Se vuelve a superar la población histórica de encerrados. Hoy hay casi 34 mil presos en Buenos Aires. Eso es clara consecuencia de las políticas de seguridad de los últimos años, cuando se disparó el encarcelamiento masivo".
"De esa cantidad de presos, casi el 60 por ciento se encuentra procesado. Según datos de la propia Provincia, 20.088 están procesados. Y el 39 por ciento se encuentra condenado. La mayoría son presos que están encerrados por las dudas. Porque debemos notar que la prisión preventiva es una medida legal excepcional que se aplica cuando existe riesgo procesal; es decir que el juez entiende que en libertad esa persona puede alterar la prueba o fugarse", agregó.
Rodríguez Alzueta indicó que "la proporción indica que primero se te castiga y después se te procesa. O se castiga procesando. La prisión preventiva dejó de ser excepcional para transformarse en la acción general.
Por eso venimos diciendo que el encarcelamiento en Argentina, y no sólo en Argentina, y en especial en Buenos Aires, es un fenómeno masivo que todo el tiempo está interpelando y alojando de manera constante y sistemática a determinada franja de la población".
Para el investigador "hay que decir también que si uno es morocho, joven y masculino tiene más chances de pasar una temporada en el infierno que si es blanco, rubio y de clase media. Y son datos que se desprenden del Ministerio de Justicia de la Nación. La enorme mayoría de la población encarcelada al momento de ingresar no tenía trabajo o tuvo pero precario, no tenía secundario completo y inclusive tampoco primaria completa. Si revisamos en la provincia de Buenos Aires se va a encontrar con que el 84 por ciento de los jóvenes que tienen presos son procesados".
Allí, marca una diferencia con Estados Unidos "donde la tendencia es que las penas son cada vez más largas, pero en Argentina el encarcelamiento masivo es rotativo. Se pasa muchas veces poco tiempo. Si revisás las trayectorias de estos jóvenes que son recolectados por el sistema punitivo para pasar temporadas adentro, uno encuentra rotación permanente desde que tienen 15 ó 16 años. Pasan de algún Instituto de Menores a una comisaría o alguna unidad especial, pero rotan. Y el objeto de eso no es la reeducación o la resocialización, sino sólo fines neutralizantes. Sólo se trata de sacar a determinados actores y alojarlos por un tiempo".
Rodríguez Alzueta también analizó las condiciones de ese encarcelamiento. "Todos saben lo que son los calabozos en las comisarías de Buenos Aires. No tienen condiciones mínimas para alojamiento de ningún tipo. No hay lugar de visita para familiares; en ocasiones no hay baño y en sitios de dos por dos hay diez personas. En 2010 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos recomendó a la provincia de Buenos Aires que cese la detención en calabozos. Yo formo parte de la organización de Derechos Humanos que se llama Colectivo de Investigación y Acción Jurídica y con el CELS presentamos un recurso al que se le dio lugar en Provincia para dejar sin efecto la resolución de Granados de alojar presos en comisarías. Porque eso es un claro retroceso a los estándares de alojamiento de presos en la provincia por entender que viola los Derechos Humanos".
Su visión a mediano plazo no es optimista. "La prisión preventiva se sostiene en determinadas prácticas judiciales que no se van a desandar por una modificación del Código Procesal. El problema es el criterio clasista y prejuicioso con el que trabajan muchos actores de la agencia judicial. ¿Por qué se excarcela a determinados actores y a otros directamente le caen con la prisión preventiva?", se preguntó. "Eso es por criterios de trabajo prejuiciosos, discriminatorios y clasistas que, por determinados rasgos particulares y formar parte de determinada población, son jóvenes, pobres y morochos, quedan en prisión preventiva".
"En esta materia no tuvimos una década ganada sino que la cerramos con un montón de preguntas pendientes. No se ha podido, no se ha querido, no se ha sabido poner en crisis determinadas rutinas. Entre ellas, el encarcelamiento masivo. Si uno mira las estadísticas, se incrementó esa cifra desde mediados de los 90 y no disminuyó. Había aumento del delito, el encarcelamiento y la pobreza. Se decía: tengo hambre, luego robo. En Argentina esa situación se fue modificando con bajas en la marginación social, en la desocupación; aunque aún impacte fuerte en los sectores juveniles, el delito en términos generales se mantuvo y sin embargo el encarcelamiento siguió aumentando".