La vida es sueño

Roberto Firpo respondió las preguntas que le hizo un público compuesto, sobre todo, por estudiantes de Bellas Artes de la Escuela Pipo Ferrari. Una certeza que transmitió es su pasión por lo que hace, con pleno convencimiento. “No parar es la única manera de vivir, y mucho”, dijo.

El lujanense Roberto Firpo es pintor, escultor, litógrafo, escenógrafo, docente. Como pintor hizo alrededor de dos mil obras. Diez años es mucho se llama la muestra que inauguró el 23 de agosto, en el Museo Municipal de Bellas Artes. Se puede visitar hasta el 21 de este mes.
El viernes pasado, en el marco de esta muestra, se proyectó un documental sobre el artista. Luego, él dio una charla de más de cuarenta minutos. Respondió a las preguntas del público formado, básicamente, por alumnos de la escuela José Pipo Ferrari. De hecho, ese día en otra sala, cinco estudiantes inauguraron una muestra colectiva: David Alisandro, Nazareno López, Ricardo Manzo, Diego Ñañez, Marías Ríos.

VIDA
El padre de Firpo trabajaba en escenografía. Por este motivo, a los dos años, ya estuvo arriba de las tablas, como se dice. Inició su labor en el diseño escenográfico. A los 16 años empezó a trabajar en el teatro de revista, en el Maipo y en el Nacional. A los 24 fue director de este último. Luego dio con la televisión. Todo esto lo ayudó a desarrollar sus ideas pictórica y escultórica y a ampliar su visión de los hombres, además de ayudarlo a conocer diversos materiales.
Televisión, cine, teatro. Cuando se le preguntó al respecto, dijo que "son ritmos distintos; la televisión tiene el ritmo más rápido y es la más enloquecedora. A uno le dan un libro y en tres días tiene que haber ochos decorados armados en un estudio". Después agregó: "Me adapto a las situaciones. Cuando tengo que trabajar rápido, trabajo rápido; y si tengo que trabajar más lento, trabajo más lento. Si me dan más tiempo, mejor para mí; y si me dan poco tiempo, también mejor para mí".
Se educó formalmente en las escuelas de Bellas Artes Belgrano y Pueyrredón; y más tarde fue docente en ambas instituciones. Firpo, además, fue profesor de pintura y dibujo en el IUNA, durante veinte años. Ahora solo da clases en su taller.
Tuvo como maestros a Antonio Pujía, Aída Carballo, Aurelio Macchi. "Muchos y buenos artistas. Aprendí de ellos, pero aprendí más en la calle. Uno a veces aprende de alguien que no tiene nada que ver con esto, mucho más que de un profesional". Aunque reconoce que Pujía lo influyó notoriamente. De los artistas actuales, le gustan Carlos Alonso (el mejor pintor argentino vivo, según su opinión), Juan Carlos Distéfano y Ernesto Pesce.
El año pasado trabajó para la Ópera de Montecarlo y Estrasburgo. El público que lo escuchaba el viernes no salía del asombro ante la vitalidad del artista. "No parar es la única manera de vivir, y mucho. Corro siempre. Todo el mundo corre, pasa que a veces uno sabe porqué corre y otras veces, no".
Nunca se conformó con un modo de expresarse. Las texturas, los planos, los recursos han ido variando, sostenidos por un eje que es él mismo. "La búsqueda tiene que ser constante", dijo. "Hay que recorrer. La vida no para. Nunca se llega a ser pintor; uno sigue buscándolo. Uno recién va a ser artista cuando vea una tela y quiera dejarla sin tocar, cuando ya no hay más nada que aprender".

OBRA
La imagen, para Firpo, llega a través del sueño. "Me aparece", dijo. "Yo me despierto y escribo lo que soñé. Porque sino, me lo olvido. Si lo escribo, me lo guardo. Después realizo la imagen con la técnica adecuada a ella". Por eso, agregó: "Toda mi obra es un sueño".
En un momento, se lo indagó sobre el arte actual. Opinó que la aparente indistinción entre lo que es arte y no es arte es relativa. "Con el tiempo se va decantando. Hoy hay un millón de obras y dentro de cien años, van a quedar mil. Desde la Prehistoria se viene haciendo arte. El arte es lo único que queda. Uno crea por la voluntad de no morir y por el mero hecho de hacer".
En la misma sintonía, opinó sobre el arte latinoamericano. "Hay mayores artistas acá, que en Europa, de eso estoy seguro. Por ahí es por necesidad. Por ahí también es porque ellos están cargados de historia y dirán "¿Qué voy a hacer?, ¿qué voy a hacer mejor que Guernica?"; nosotros no tenemos nada y podemos hacer lo que se nos antoje. Además acá la sociedad está siempre conmovida, agitada, y eso da ganas de trabajar".
Asimismo, se le preguntó cómo clasifica su obra. Dijo que actualmente, según algunos críticos, lo que hace es Hiperrealismo onírico. Entonces contó que primero pasó por el Surrealismo. En una época, hizo una pintura abstracta-expresiva, con influencias de Klee, Miró y Xul Solar. Después se dedicó, cuando adquirió la técnica necesaria, al Hiperrealismo.
La fotografía no le interesa. "Yo puedo pintar como un fotógrafo, como un hiperrealista, o sea, lo supero al fotógrafo".

DIEZ AÑOS ES MUCHO
Esta muestra cuenta con varias pinturas de gran tamaño y otras tantas esculturas. Se destaca, principalmente, por el tono que la cohesiona.
En los cuadros aparecen imágenes ambivalentes, duales, recortadas, yuxtapuestas: mujeres, hojas, insectos, animales. En dos palabras: una "mitología personal".
Por lo común, estas imágenes aparecen en movimiento, con dinamismo, en proceso de transformación. Hay un señalamiento elusivo de algo que se escapa.
Los colores, en acrílico, son fuertes y saturados. La representación es sintética. Firpo logra composiciones equilibradas y consistentes, sin despegarse, en este aspecto, de la tradición.
En pocas palabras, toda su obra es una resemantización de lo dado y un cuestionamiento de lo real. Es, por eso mismo, una apertura hacia un posible modo de ser distinto. Como tal, su obra implica, por un lado, una crítica hacia el presente, y por otro, un profundo deseo vital. Él lo resumió así: "Yo estoy aferrado a la vida por el arte. El día que lo deje de hacer, me muero. Así que prefiero seguir aferrado".